El libro Antigua Poesía Nahuatl (1890), del etnólogo Daniel G. Brinton, es un clásico moderno. Es el primer estudio moderno y completo que se hace de la antigua lírica prehispanica del Valle de México. El interés ulterior, ya en el siglo XX, que despertó la poesía en lengua nahuatl y que dio lugar a los estudios de Ángel Ma. Garibay y León Portilla mucho le deben a aquel libro pionero. La pasión con que los Nahuas cultivaron el canto, la música y la danza es objeto de comentarios frecuentes por parte de los historiadores de México. Estas artes son invariablemente mencionadas como relevantes y características de la civilización originaria; ninguna ceremonia pública estaba completa sin ellas, eran indispensables en los servicios religiosos celebrados en los templos. Así se cuidaron y conservaron tradiciones sagradas e históricas, y los entretenimientos, con los cuales celebraban a su ilustre soberano, estaban asociados a estas artes. La profesión de poeta tenía el honor más alto. Era costumbre, antes de la Conquista, que cada ciudad, cada gobernante y cada persona de importancia mantuviera una compañía de cantantes y bailarines, pagándoles salarios fijos. El temprano cronista, Durán, nos dice que esto continuó hasta su tiempo, mucho después de la Conquista. Añade, con sensatez, que no podía haber nada impropio en ello, a pesar de que esa costumbre fue condenada por algunos españoles. Es de notar el aprecio que tiene Daniel G. Brinton por la poesía del Antiguo México, la belleza de su lenguaje metafórico, el acompañamiento lírico con el tambor y la flauta, la calidad de la voz del cantor. Sus temas, lindando en lo sagrado y centrados en la fugacidad o impermanencua de la vida muestran el grado de refinamiento y alta cultura alcanzada por esta civilización del pasado. De la colección de cantos prehispánicos de Brinton destacan los poemas del rey-poeta de Texcoco, Netzahualcóyotl, la máxima luminaria de esa pléyade de sabios. Cantor del Dios único ("Tloque Nahuaque" o "Hacedor de todas las cosas"), sus 60 poemas conocidos muestran una elevada mística filósófica: " Yo, Netzahualcoyotl, me pregunto: ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? No para siempre aquí Aunque sea de jade se rompe Aunque sea de oro se quiebra Aunque sea de plumas de quetzal se rasga No para siempre en la tierra Sólo por breve tiempo".