Un diablo vestido con un traje Brioni. Mi inolvidable aventura de una noche. Y un miembro muy conocido del imperio de Omertà. Me enteré de ese último detalle un poco tarde. No esperaba volver a verlo. Pero resulta que el destino tenía otros planes y me lo entregó completamente durante varias horas increíbles. Luego salí corriendo de nuevo, por segunda vez en mi vida. Él era Manuel Marchetti. Fuera de los límites. Prohibido. Peligroso. Entonces, ¿por qué era incapaz de olvidarlo? Mi cuerpo y mi alma cobraban vida únicamente por él. Esperaba no volver a verlo, pero no estaba destinado a ser así. A dondequiera que iba, el hombre estaba allí, robándome besos, haciéndome promesas y pintando las calles de rojo. Parecía deleitarse provocándome y exigiéndome más. Y para mi desgracia, parecía que era incapaz de resistirme a él. Después, un encuentro inesperado requirió de su protección. Me llevó a su remoto castillo italiano y sentí que mi determinación se derrumbaba bajo su mirada ardiente y su tacto abrasador. Cuanto más intentaba resistirme, más rápido cedía mi cuerpo. Cada día que pasaba, empezaba a darme cuenta de que, al final, sería yo quien sucumbiría. Ya fuera por los secretos que rodeaban mi vida o consumida bajo su tacto.