La personalidad de Martínez Estrada ha sido caracterizada de maneras muy divergentes: han existido dificultades para ‘encasillarla’ en vista de su independencia extrema de criterio. En su monumental biografía, el escritor Christian Ferrer ha denominado su principal característica “amargura metódica”. Por mi parte, preferiría denominarla “angustia existencial”. En esa dirección está dirigido este pequeño trabajo.El presente trabajo intentará una primera aproximación psicoanalítica, principalmente sobre la base de su autopatografía, su poesía y su epistolario. De ninguna manera es mi intención hacer una ‘historia clínica’, sino más bien encontrar elementos que ayuden a explicar su formidable potencia intelectual exhibida hasta fines de la década del ’40, fenómeno que ha sido inadvertido por la mayor parte de sus críticos y analistas literarios. Se ha estudiado en diversas épocas cómo una enfermedad cutánea puede alterar el comportamiento psíquico. Marx, Stalin y Marat fueron ejemplos de altas personalidades de estado afectadas por pruritos crónicos. La naturaleza de la dermatitis atópica de Martínez Estrada ha atraído la atención de unos pocos estudiosos, pero no ha sido considerada dentro de los elementos que influyeron en su obra. La ofrenda psico-física de un ensayista de la argentinidad como Martínez Estrada no puede compararse con la de otros escritores, aún de los más grandes, que generalmente mostraron grandes talentos literarios pero sin compromisos con el ‘ser nacional’. Radiografía de la pampa y Muerte y Transfiguración de Martín Fierro, por citar dos de sus más grandes obras, requirieron un esfuerzo extenuante, en cierto sentido sobrehumano. Cuando Ezequiel Martínez Estrada publicó el primero, a sus treinta y siete años de edad, su amigo Horacio Quiroga le hizo esta pregunta: “¿De dónde sacó usted el coraje para escribirlo? Se lo necesita, y muy grande”.Él mismo declaró en Leer y Escribir (1969) acerca de su ‘primer hijo’ literario ensayístico: —Radiografía de la Pampa es un libro amargo y saludable, escrito con lágrimas y pagado con el sacrificio ritual de mi vida— En la tarjeta postal de Navidad de Borges a su amiga Marta Sánchez Terrero a fines de 1954, le dice al final: En el Martín Fierro sucede algo misterioso: estaba Hernández en un hotel de la Plaza de Mayo, oculto, conspirando contra Urquiza: es allí donde lo escribe. Vizcacha es un personaje más atroz que Fierro, haciéndonos perder en un laberinto de crueldad alucinatoria. Supone Martínez Estrada, no sin razón, que la historia argentina procede de ese viejo ladino. Muerte y Transfiguración de Martín Fierro es un gran libro que recomiendo con entusiasmo. Este sorprendente elogio de Borges al ensayo fue hecho privadamente, en tanto en público solamente lo elogiaba por su poesía: Martínez Estrada nunca se enteró. . Respecto al sufrimiento de los escritores por el estrés que les produce dar a luz un texto, son conocidos los trastornos de salud de altas figuras históricas como Ernst Hemingway, León Tolstoi, Franz Kafka, Virginia Woolf, Edgar Allan Poe, Ezra Pound, y muchos otros. El caso de Ezequiel parece ser incluso más intenso que los mencionados. La palabra “muerte” aparecerá recurrentemente en sus obras literarias y en su epistolario. Encontrar las causas profundas del drama argentino a través de los invariantes, y a la vez darse cuenta que la solución era prácticamente imposible, le ocasionó un desgaste de magnitud que se reflejó en su deteriorada salud en varias etapas de su vida, principalmente entre 1950 y 1955, en su etapa cubana y en sus últimos días en Bahía Blanca. Su amor, Agustina, fue el soporte necesario para que pudiera afrontar el dolor físico y moral, y continuar con su obra. En este pequeño ‘ensayo de explicación’ sólo intentamos una aproximación preliminar, basada en tres puntos básicos: pareja simbiótica, influencia de la enfermedad cutánea en su literatura, magnitud de los sufrimientos corporal y espiritual.