Novena a la Virgen de Guadalupe. Con ruegos y peticiones. Esta obra se presenta con un elegante diseño en un práctico formato de bolsillo para facilitar su uso, impresa sobre papel crema con tipografía mejorada amistosa con la lectura para prevenir el cansancio de la vista. La Santísima Virgen de Guadalupe guarda nuestros rostros en sus maternales pupilas, pero no de una manera fija como conserva su bendita Imagen impresa en la tilma del santo indio Juan Diego a quienes vieron el milagro, sino en movimiento, a cada instante, y hasta allá donde lleguen nuestros pasos, por muchos rodeos que demos para que no nos vea –como se afirma en el Nican Mopohua-, observando respetuosa y expectante nuestro caminar por la vida, pero acudiendo fiel en nuestro auxilio cuando más la necesitamos, queriendo ella misma necesitar de nosotros. La Santísima Virgen de Guadalupe ha hecho con cada uno de nosotros una historia muy personal, y en esta Novena común serán muy únicos nuestros agradecimientos y ruegos, aunque sólo sea por las circunstancias singulares de nuestras vidas. Pero también podremos tener experiencias compartidas… Las madres orarán por sus hijos, los familiares de los enfermos por la salud de los suyos… Hasta los sacerdotes rezaremos, como de costumbre, por nuestros feligreses, uniéndonos, en todo caso, al sentir y a las necesidades de nuestros hermanos. Esta Novena la podremos hacer todos por igual, pero a cada uno nos llevará por un camino, aunque también sea compartida la meta última y final que perseguimos. Estos textos, incluidas sus oraciones y sus buenos propósitos, han pretendido ser muy guadalupanos, por lo que mucho se nutren del Nican Mopohua, al tiempo que muy bíblicos, ofreciendo también cada día un breve pasaje que meditar, pero recordemos, como siempre, que este libro es una parte; nuestras circunstancias y actitudes también harán lo suyo… Sin prescindir de lo más importante, de la acción del Espíritu Santo que nos llevará por donde quiera hasta donde más nos convenga para bien de nuestra santificación y de nuestra propia felicidad. Que la Santísima Virgen de Guadalupe guarde el fruto que esta Novena haga crecer en nuestros corazones, nos mueva a orar por las necesidades de los demás, y nos ayude a sentir cómo nuestros hermanos en la fe oran por las nuestras. Que nuestros ruegos sean atendidos, pero que nuestra Madre Bendita pueda sentirse libre de concedernos bienes mayores que los que esperamos.